Todo lo que está mal en la industria de la moda

Hoy en día, se produce un 400 % más de prendas que hace 20 años; la mayoría de las mujeres usa solo entre el 20 % y el 30 % de la ropa que tienen en sus armarios; se producen 80 000 millones de prendas al año; las marcas lanzan ahora 52 colecciones cápsula al año, dejando atrás las dos colecciones convencionales. Por si estas cifras no te sorprendieran, tenemos otro dato: de media, solo usamos una prenda siete veces antes de desecharla.

La moda rápida se ha convertido en un auténtico monstruo en nuestros armarios. La caída de los precios de la ropa en los últimos 20 años nos ha permitido comprar cada vez más ropa; ahora tenemos cinco veces más que nuestros abuelos.

En realidad, esta acumulación continua de ropa muy asequible sólo es posible gracias a una reducción constante de los costes de producción, algo que, a su vez, tiene graves consecuencias que afectan a nuestra salud, a nuestro planeta y a la vida de quienes trabajan en la producción de nuestra ropa.

¿Qué es la moda rápida?

La moda rápida implica la producción en masa de ropa desechable y muy económica. Las innumerables nuevas colecciones que se lanzan cada año nos hacen sentir constantemente anticuados y nos incitan a comprar más y más. Por eso también se ha convertido en un reto usar la misma prenda más de cinco veces, no solo porque la calidad de la ropa está disminuyendo, dejándola descolorida, sin forma y desgastada, sino también por la constante sensación de que debemos estar al día con las tendencias.

¿Podemos cambiar esta situación?

De hecho, la industria de la moda es la segunda mayor contaminante del mundo, solo superada por la industria petrolera. Por lo tanto, el daño ambiental inevitablemente aumenta a medida que la industria crece. Sin embargo, existen soluciones y alternativas para mitigar estos problemas, y el primer paso es crear conciencia y una disposición al cambio.

La ropa que compramos se ha vuelto cada vez más desechable y, como resultado, generamos cada vez más residuos textiles. Las fibras sintéticas, como el poliéster, son fibras plásticas (por lo tanto, no biodegradables) y pueden tardar hasta 200 años en descomponerse. Estas fibras se utilizan en el 72 % de nuestra ropa.

Así pues, en lo que respecta a nuestros hábitos de consumo, podemos y debemos:

  • Compre menos ropa;
  • Realizar compras de productos de mayor calidad y que sean más duraderos;
  • Reciclar textiles;
  • Elija fibras naturales o semisintéticas.

Moda sostenible, un camino a seguir .

Aparentemente, no existe una definición común de moda sostenible. Green Strategy , una consultora sueca que ayuda a empresas de moda y textiles a desarrollarse, afirma que la moda ecológica puede consistir en ropa, calzado y accesorios fabricados, comercializados y utilizados de la manera más sostenible posible, considerando todos los aspectos ambientales y socioeconómicos. Esto implica un trabajo continuo para mejorar todas las etapas del ciclo de vida del producto: diseño , producción de materias primas, fabricación, transporte, almacenamiento, comercialización, venta final, uso, reutilización y reciclaje del producto y sus componentes.

Desde un punto de vista ambiental, el objetivo debe ser minimizar los efectos ambientales indeseables del ciclo de vida del producto, asegurando el uso eficiente y cuidadoso de los recursos naturales (agua, energía, tierra, suelo, animales, plantas, biodiversidad, ecosistemas, etc.), seleccionando fuentes de energía renovables (eólica, solar, etc.) en todas las etapas y maximizando el reciclaje y la reutilización del producto y sus componentes.

Al mismo tiempo, siempre de acuerdo con la Estrategia Verde , es imperativo mejorar las condiciones laborales actuales de los trabajadores en los campos, en las fábricas, en la cadena de transporte y en los comercios.

Una de las principales responsabilidades de las empresas de moda es cambiar sus prácticas y estrategias de producción, distribución y comercialización para lograr una mayor sostenibilidad.

Una solución podría incluir la creación de moda atemporal y de alta calidad, priorizando la durabilidad del producto. Otra opción es fabricar ropa con tejidos certificados (con sellos ambientales), lo cual también es una estrategia válida para promover hábitos de consumo más conscientes.

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