Mucha gente no lo sabe, pero lo cierto es que algunos protectores solares contienen algunas de las sustancias químicas más peligrosas de la industria de la belleza. Lo que debería protegernos puede, en realidad, representar una amenaza para la salud de nuestra piel.
Los protectores solares químicos son algo que todos deberíamos evitar. La mejor manera de distinguirlos es fijarse en si se absorben al instante en la piel y son invisibles. De ser así, estamos hablando de un protector solar perjudicial para nosotros y para el medio ambiente.
Como alternativa, y considerada la mejor protección solar, existe la protección mineral (o física). Este producto se mantiene firme en la piel y la reconforta, en lugar de irritarla, desviando los rayos sin absorberlos, como ocurre con los protectores solares químicos. Además, si optas por la opción más saludable, no necesitarás reaplicar la crema cada dos horas, ya que no se desvanece con el sol.
El principal problema de usar un protector solar con químicos es que estos se absorben en el torrente sanguíneo, según algunos estudios internacionales. A diferencia de esto, un protector solar mineral no contiene alérgenos (sustancias químicas que causan alergias al ser introducidas en el cuerpo) y ofrece beneficios que mejoran significativamente nuestra vida en la playa (aunque el protector solar debe usarse todo el año).
Se sabe que las fórmulas mineralizadas suavizan la piel de forma natural y actúan en cuanto entran en contacto con la dermis. Incluso existen opciones resistentes al agua. Además, los ingredientes activos de los protectores solares minerales bloquean los rayos UV.
¿Y cómo reconocer una crema mineral? Si la lista de ingredientes solo incluye óxido de zinc y dióxido de titanio, ya la has encontrado. Estas fórmulas son más difíciles de extender sobre la piel, pero sus beneficios las convierten en la mejor solución para el verano.