Cuando hablamos del placer femenino, aún sentimos que existen restricciones y tabúes que nos impiden alcanzar la intimidad plena. No recibimos educación sobre el placer. Nuestras familias no nos hablan mucho al respecto, en la escuela aprendemos los riesgos y las consecuencias, y la sociedad nos presenta una realidad erotizada donde gemir de placer parece simple y fácil.
En Portugal, muchas mujeres nunca han experimentado el placer, y hablar de ello sigue siendo difícil, obligándonos a menudo a mentir. En una relación heterosexual, solemos centrarnos en la penetración exclusiva, esperando que sea la mejor manera de alcanzar el placer. Sin embargo, la vagina no es nuestra zona más sensible; basta con pensar que no podemos sentir un tampón dentro de este canal. Por lo tanto, puede parecer casi imposible experimentar placer mediante la penetración exclusiva, pero no imposible. A menudo, la forma en que estimulamos o somos estimuladas puede superar esta dificultad, por lo que se utilizan los juegos previos para aumentar la excitación. En la vulva, la parte externa de nuestros genitales, encontramos el principal órgano del placer femenino: el clítoris, una estructura eréctil que se agranda durante la excitación y es responsable de la mayoría de los orgasmos en las mujeres... ¡un órgano maravilloso! Esta zona privilegiada puede duplicar su tamaño, y su pequeño glande, en la punta, puede volverse muy sensible al tacto. Hoy en día, la fisiología nos dice que esta estructura única en el placer femenino continúa dentro de la vagina, lo que hace que algunas zonas sean más sensibles si invertimos en juegos previos que lleven a la excitación.