El turismo rural tiene un encanto irrevocable. El aire del campo ha conquistado a los habitantes de la ciudad, a aquellos que anhelan desesperadamente purificar sus almas. Quizás esta sea la oportunidad perfecta para visitar lugares que nos permitan alcanzar una comunión entre el equilibrio mental y la alegría de vivir. Fazenda Barradas da Serra podría ser ese destino etéreo con el que has estado soñando.
Ubicada al pie de las colinas de Grândola y flanqueada por un bosque de alcornoques que parecen contarnos historias, esta es una propiedad familiar. La historia de esta finca se remonta a la época en que las familias cuidaban los campos, el ganado, los huertos y los frutales en un entorno agrícola típicamente alentejano. Hace diez años, esta esencia se transformó en el hotel que conocemos hoy, donde la tradición se respira en cada rincón.
Entrar en esta finca es como respirar libertad; es dejar atrás lo que nos agobia. Perdemos de vista el tiempo y el mundo que dejamos atrás, porque aquí es donde queremos quedarnos. Los transeúntes notan que la fauna y la flora que pintan este paisaje permanecen intactas. Y eso, en sí mismo, termina por conquistarnos.
Hablamos de un retiro que no necesita ser idealizado con palabras: la magia de este lugar se siente al relajarnos junto a la piscina y dejarnos arrullar por el sonido de los cencerros de las ovejas en la distancia. Pero lo más especial que encontramos aquí es el silencio, como un templo sagrado para los tiempos modernos.
El hotel cuenta con diez habitaciones completamente restauradas, con una decoración centrada en la comodidad. La sencillez de la arquitectura de la casa la convierte en el lugar ideal para momentos de relax, ya sea paseando por las diversas rutas de senderismo de la montaña o disfrutando de un rato a solas tomando el sol.
A solo 15 minutos de algunas de las mejores playas del Alentejo, como Praia da Aberta Nova y Praia do Carvalhal, Herdade das Barradas da Serra podría ser el lugar ideal para una escapada romántica (o familiar). La generosidad y amabilidad de quienes nos reciben forman parte de la esencia de esta propiedad, dejándonos con una sensación de nostalgia al partir. Nos llena de ganas de volver, con la vista puesta en el futuro, sin olvidar el pasado.
