Hay muchas maneras de reducir el estrés , pero algunos días solo necesitamos un simple masaje. Según la filosofía de la sanación táctil intuitiva, este puede tener el poder de unir mente, cuerpo y espíritu, para una experiencia que puede llegar a ser mucho más profunda de lo esperado.
No necesitas ser un masajista experto para brindar alivio y bienestar a quien recibe el masaje; el secreto está en dejarse llevar por el momento. Lo importante es lograr una conexión más profunda entre tu cuerpo, tu respiración y el entorno que te rodea.
Antes de empezar
Tómate un momento para gestionar tu tiempo y espacio y crear un ambiente sanador que te resulte gratificante. Limpia la habitación, guarda los aparatos electrónicos y enciende un poco de incienso si te hace sentir bien.
Si lo deseas, también puedes poner música ambiental que transmita paz y sea justo lo que buscas en un momento como este. Es muy importante que encuentres un espacio cómodo para esta práctica, preferiblemente un lugar privado donde no tengas miedo de ser interrumpido. Cualquier lugar es válido, siempre que cumplas estos requisitos: puede ser tu cama, el sofá o un jardín con vegetación donde puedas tomar el sol.
Una vez hecho esto, solo tienes que elegir tus aceites corporales, y hay algunos diseñados específicamente para esta práctica. El aceite de coco es una excelente opción para nutrir la piel.
Automasaje
Lo mejor del automasaje es su intuitivo, lo que facilita entender qué te funciona y qué no. Con este tipo de masaje, te dejas guiar por tu propia curiosidad y marcas el ritmo y la presión que mejor te funcionen.
Puedes empezar por la coronilla y bajar hasta los pies, colocando suavemente las manos sobre el cuero cabelludo y aplicando una ligera presión con movimientos circulares con los dedos, antes de bajar por detrás de las orejas, recorriendo los músculos de la cara y el cuello. Para liberar la tensión en los músculos faciales, puedes usar cristales (cuarzo rosa o turquesa) con pequeños movimientos circulares suaves. (Si tienes una herramienta como un gua sha o un rodillo facial, ¡genial!).
Para brazos y piernas, puedes optar por movimientos largos y fluidos. Al mismo tiempo, puedes imaginar la limpieza y liberación de esa misma energía. Finalmente, puedes tomar un baño caliente, ideal para nutrirte y conectar con el presente, especialmente después de un masaje.
A un compañero
Al dar un masaje a un amigo, a tu pareja, a tu hijo o a tu mascota, es importante empezar con un primer paso fundamental: la consulta . Esto significa intentar comprender qué funciona y qué no funciona para la persona que recibe el masaje. Y cuando tu intuición no te baste para entender qué funciona, lo mejor es preguntarle directamente a tu pareja qué desea.
Usa tu curiosidad y no le des demasiadas vueltas. En caso de duda, usa movimientos largos. Los aceites de masaje reducen la fricción y hacen que todo sea más placentero. Aprovecha las diferentes superficies de tus manos; no todo está al alcance de tus dedos. La palma de la mano, los nudillos de los dedos (mantén los puños sueltos) y la superficie exterior del pulgar también son importantes en esta práctica. Trabaja con las formas naturales del cuerpo y presta atención al lenguaje corporal, pidiendo retroalimentación a la otra persona.
Puedes empezar masajeando suavemente una zona específica del cuerpo hasta que la persona se sienta relajada, guiando la experiencia con la conversación inicial. Usa movimientos suaves, largos y lentos. Si sientes que tu pareja prefiere una presión más profunda en los hombros, por ejemplo, prueba a aplicarla. Mantén una buena comunicación durante toda la práctica, respira hondo varias veces y prepárate para comenzar. Para acceder a las zonas del cuerpo que requieren más atención, busca una posición cómoda para sentarte o colócate por encima de ellas.
Cuando encuentre un nudo (tensión en un músculo que puede ser más sensible al tacto), mantenga movimientos suaves y pacientes, ya que estas tensiones se liberan con el tiempo. Finalmente, pida a la persona que recibe el masaje que respire profunda y profundamente para que la energía fluya con mayor facilidad. Recuerde que, al dedicar tiempo a cuidar a los demás, también se cuida a sí mismo. Ambas partes se benefician.
Artículo traducido y adaptado por Goop.
