Tiene un efecto refrescante y, como nos decían de niños, "eclipsa la vista". Sin duda, la zanahoria encabeza la lista de alimentos ricos en nutrientes. Repleta de vitaminas A y K y del importante antioxidante betacaroteno, tan deseado por todos, especialmente en esta época del año (ya que favorece un tono de piel más bronceado), se asocia con la prevención de problemas de salud (en particular, los relacionados con la visión).
Esta verdura se ha considerado durante mucho tiempo un símbolo de salud perfecta y también se asocia con niveles más bajos de colesterol y la prevención del cáncer. Las zanahorias anaranjadas tienen este tono gracias a su alto contenido de betacaroteno, que se convierte en vitamina A cuando está presente en nuestro organismo.
El contenido de agua de una zanahoria puede alcanzar un porcentaje del 90%.
Siendo los alimentos que mayores cantidades de agua poseen los de origen vegetal, la zanahoria destaca en este aspecto, precisamente porque su contenido en agua puede alcanzar un nivel del 90%, lo que la convierte en una fuente excepcional de hidratación.
La grasa y la proteína son dos elementos muy escasos en esta verdura, ya que la zanahoria se compone principalmente de agua y carbohidratos. Esto también beneficia nuestro sistema digestivo y la función intestinal, en concreto, ya que también contiene fibra y otros compuestos vegetales. Estos últimos son responsables de fortalecer nuestro sistema inmunitario.
La luteína, por ejemplo, es uno de los muchos antioxidantes que se encuentran en las zanahorias y apoya la teoría de que beneficia a nuestros ojos, ya que ayuda a protegerlos de la luz dañina y demasiado fuerte, mientras que la vitamina A también ayuda en esta labor, protegiendo la superficie del ojo.
Los carotenoides que se encuentran en la zanahoria protegen todas las capas de la piel (reduciendo su sensibilidad a los rayos ultravioleta) y consumirlos puede ayudarnos a mantener el bronceado, ya que el betacaroteno estimula la presencia de melanina en la piel.
Incorporar zanahorias crudas a nuestra dieta es la mejor manera de aprovechar al máximo sus beneficios. Otra ventaja es que pueden limpiar nuestros dientes y boca, ya que eliminan la placa y los residuos. Otra opción viable es consumirlas después de cocinarlas brevemente, ya que esto facilita la liberación de betacaroteno.